Éste es, sin duda, un lugar asombroso y atractivo por los espacios y las formas espectaculares que presenta la roca: un laberinto tallado en piedra que nos animará a imaginar una ciudad sumergida.
Estas mismas rocas que forman cuevas y grietas se hallan salpicadas de numerosas esponjas que visten de color el paisaje. Escondidas en las oquedades, podemos encontrar a las llamativas vaquitas suizas y a todo tipo de pequeñas especies, así como a algún chucho de grandes dimensiones. El fondo de roca y arena atrae a peces como samas y bocinegros; levantando la vista, entre los grandes bancos de pequeños peces pelágicos, los medregales y bicudas pasan velozmente en busca de alguna presa fácil.
El mayor atractivo de esta inmersión es, sin duda, su paisaje, lleno de cuevas, pasillos, cornisas y formas que recuerdan más a los restos de un barco hundido o a unas ruinas que a un fondo rocoso. Este paisaje petrificado maravilla y desorienta a todo aquél que bucea por primera vez en este lugar. La Baja Fernando es un auténtico laberinto, con muros y pasillos de roca que han sido esculpidos por un mar caprichoso.